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Descubrieron que sobre el arbusto vive todo el año un insecto azul que rara vez vuela de un arbusto a otro. El insecto come las hojas tiernas, pero también poliniza las flores del arbusto, y por lo tanto es indispensable para que haya frutos. La floración es corta, y las flores solo están receptivas para ser polinizadas durante una semana, a mediados de junio. Como el insecto prefiere vivir en la parte superior del arbusto, ahí los frutos son más abundantes.

El grupo se dio cuenta que cuando hay menos de 2.5 insectos por planta en el momento de la floración (150 insectos /ha), la polinización de la parte superior del arbusto es incompleta. La mayoría de los arbustos tienen solo 2 insectos durante la floración, y eso explica la menor producción de frutos.

También observaron que el insecto se reproduce todo el año, y que la cantidad de insectos varía en el tiempo y entre arbustos: algunos tienen más insectos que otros y algunos-por temporadas- no tienen ninguno.

El grupo no entiende todavía como fluctúa la población, y porqué disminuye tanto cuando más se le necesita para la polinización. El grupo comprendió que la sustentabilidad de este sistema productivo dependía de la dinámica de la población del insecto azul. Por lo tanto, centraron primero su atención en investigar esta dinámica. Decidieron empezar por observarla en un área en la que aún no se ha presentado el problema de escasa polinización. Observaron los arbustos de una hectárea y registran los nacimientos y las muertes de insectos durante todo el año.

Descubrieron lo siguiente...